4 sorprendentes descubrimientos marinos - Oceana México
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November 9, 2021

4 sorprendentes descubrimientos marinos

 

La ciencia ha ayudado a maravillarnos en los océanos. Gracias a ella hemos explorado las profundidades de los océanos, encontrando mundos que parecen salidos de la ciencia ficción. Hemos visto nuevas especies y cómo algunas desaparecen.  

La ciencia puede mostrarnos cómo la sobrepesca es capaz de arrasar hasta el lecho marino, cómo las especies del mar se han reducido en cantidad y en talla, o cómo la deforestación de manglares ha reducido la resiliencia de las costas ante tormentas y huracanes. Pero nos corresponde como sociedad entenderlo y tomar decisiones en favor de nuestro entorno para restaurar la vida y la abundancia de los océanos para convertirlos de nuevo en la fuente de alimento e inspiración alrededor del mundo. 

Aquí te presentamos cuatro descubrimientos científicos que nos inspiran a adentrarnos e involucrarnos más en el cuidado de los océanos: 

 

El tiburón más longevo  

De todos los peces extraños y fascinantes que nadan en los océanos, uno se destaca por haber nacido en el siglo 17, o sea ¡hace 400 años! 

Se trata del tiburón de Groelandia (Somniosus microcephalus), que en 2016 fue descubierto como el animal más viejo y con esqueleto que vive en el planeta. Esta especie habita en las costas gélidas y profundas de Groelandia, entre los océanos Atlántico y Ártico. 

Para descubrir su extraordinaria longevidad, los científicos tuvieron que medir una proteína en los ojos de estos tiburones que solo aparece cuando son crías. Las muestras fueron tomadas de 28 individuos que habían muerto por pesca incidental y luego su edad fue calculada a través del carbono radioactivo en sus tejidos. 

El ejemplar más viejo hallado era una hembra, que habría nacido entre 1501 y 1744, por lo que su edad promedio fue estimada en 400 años. Antes de estudiar a esta especie de tiburón, el récord de longevidad en vertebrados lo tenía una ballena cabeza de arco de 211 años. 

Los tiburones de Groelandia son tan longevos que no alcanzan la madurez sexual antes de 150 años, y su población es tan vieja que aún se recupera de la sobrepesca causada antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando se les cazaba para utilizar su grasa corporal como lubricante para máquinas. 

El cineasta estadounidense James Cameron, conocido por explorar mundos de ciencia ficción en sus películas, emprendió en 2012 una exploración casi de ficción, sólo que esta vez en el mundo real, en las profundidades del océano.  

Sumergido a solas en un vehículo submarino fabricado específicamente para la misión, Cameron alcanzó el fondo de la Fosa de las MarianasEste lugar es conocido como el punto más profundo de los océanos del mundo a 11,000 metros de profundidad. 

Para entender lo fantástico de este viaje, hay que saber que en ese destino hay oscuridad permanente, el agua apenas supera el punto de congelamiento de cero grados, y la presión del agua alcanza más de 7,000 kilos por pulgada cuadrada. El viaje solo fue posible porque el diseño del vehículo Deepsea Challenger que, transportó al cineasta,  incluyó ventanas de 25 centímetros de grosor y un casco capaz de soportar 7,250 kilos por pulgada cuadrada. 

Aunque fue el segundo viaje a la zona, ya que el primero lo realizaron dos pilotos de la Marina estadounidense en 1960, la expedición de Cameron renovó la fascinación por el océano profundo. Más aun porque logró capturar con su cámara a animales y plantas desconocidos, como pepinos de mar o anfípodos. El viaje abrió la puerta a una renovada era de exploración del océano profundo. 

 

“Islas” de basura plástica 

El problema de contaminación por plásticos en el mundo ha llegado a tal punto que los océanos están recibiendo el equivalente a la carga de un camión de basura cada minuto, según una investigación publicada en 2016 por el Foro Económico Mundial, la Fundación Ellen McArthur y la consultora McKinsey & Company.

Estas cantidades colosales de plástico han tendido a concentrarse en distintos océanos siguiendo las corrientes marinas. De manera particular, en el Pacífico se han formado concentraciones superiores al tamaño de Texas o Francia, lo cual ha sido descrito en ocasiones como islas flotantes de plástico. Sin embargo, son más parecidas a lagos inmensos de una viscosa sopa plástica. 

Estas concentraciones son conocidas genéricamente como el Gran Parche de Basura del Pacífico (Great Pacific Garbage Patch), pero en realidad se trata de varios parches más pequeños extendidos desde la costa oeste de Estados Unidos hasta Japón. 

Estos parches representan un gran peligro para la vida marina por distintas razones. Por ejemplo, obstruyen el paso de luz que necesitan las algas y el plancton, que son la base de la cadena alimenticia. También son una barrera para animales que quedan atrapados en la basura o que la confunden con alimento y mueren. 

Aunque los parches de plástico fueron descubiertos desde los noventas, la investigación sobre este problema se ha intensificado a partir del trabajo hecho por la Fundación Algalita para la Investigación Marina, liderada por el capitán Charles Moore, uno de los primeros en llamar la atención global sobre este problema. 

 

Blanqueamiento de corales 

Típicamente asociados con el colorido, la belleza y la abundancia, los arrecifes de coral han sufrido en los últimos años uno de los aspectos más crudos del deterioro de los océanos, el blanqueamiento, lo cual hemos confirmado claramente a través de la ciencia. 

Este fenómeno que mata a los corales se debe a la huida de las zooxantelas, unas algas microscópicas que viven en simbiosis con ellos y les ayudan a alimentarse. Estas microalgas también les dan a los colores la gran variedad de colores que los caracterizan. Sin embargo, ante el aumento de temperatura en las aguas por el calentamiento global, los corales tienden a expulsar a las zooxantelas y con ellas se va la vida que conocemos. 

Aunque fue observado por primera vez en los mares de Panamá a principios de los ochentas por el profesor de biología y ecología marina Peter W. Glynn, el blanqueamiento de corales es más conocido en el mundo por sus terribles efectos en la Gran Barrera de Coral de Australia. 

En enero de 2021, investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, Suiza, descubrieron que la expulsión de las microalgas fuera de los corales ocurre mucho después de que los corales empiezan a padecer estrés y hambre por el efecto de las altas temperaturas. 

La buena noticia es que estas investigaciones permiten entender mejor el problema y decidir qué acciones son las mejores para preservar los corales. La primera de ellas, por supuesto, es detener el calentamiento global.