ANP: la biodiversidad marina ante el cambio climático
BY: Oceana
En enero pasado, en Oceana tuvimos la oportunidad de dar un anuncio que nos llena de alegría: la creación del Parque Nacional Bajos del Norte. Ubicado al sur del Golfo de México, a unos 240 km de Puerto Progreso, frente al sureño estado de Yucatán, estos arrecifes son un foco de vida marina único.
Las Áreas Naturales Protegidas y la biodiversidad marina ante el cambio climático, como Bajos del Norte, son esenciales para preservar estos tesoros sumergidos.
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Una zona de reproducción de especies de gran valor comercial como la langosta, el pulpo o el mero, cuya lejanía le ha mantenido libre del impacto humano.
El aumento en la temperatura de los océanos asociado al cambio climático pone en peligro este tesoro sumergido. Al propiciar el blanqueamiento del coral y otros impactos asociados como la llegada de especies invasoras, su delicado equilibrio está en riesgo. De ahí la importancia de decretar este sitio como Área Natural Protegida (ANP).
Áreas Naturales Protegidas: Guardianes de la biodiversidad
En México, las Áreas Naturales Protegidas son la figura jurídica que confiere un estatus de protección especial a determinados ecosistemas, hábitats y especies.
Estos espacios se consideran refugios o santuarios naturales cuyo propósito principal es preservar y restaurar los ambientes, así como la biodiversidad, y los recursos naturales presentes en su interior.
La encargada de administrarlos es la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP). Hasta enero, reportó un total de 225 ANP en todo el país, abarcando casi 94 millones de hectáreas (2).
¿Qué significa esto? Pues bien, la extensión territorial que México protege tanto en tierra como en mar, supera a suma de los territorios de Francia, Reino Unido y Suiza.
No es de extrañar que se estime que nuestro país alberga más de 10% de la biodiversidad mundial (4), lo que convierte su protección en un tema de vital importancia.
Salvaguardar nuestros mares
De las 225 ANP en México, 39 se cuentan con superficie marina o costera. A pesar de eso, estas ANP marino-costeras corresponden al 22.47% de nuestros mares, y comprenden la gran mayoría de nuestro territorio insular.
De hecho, el Parque Nacional Revillagigedo, en el océano Pacífico, es la ANP marina más extensa de América del Norte, con 14.8 millones de hectáreas donde se restringen todas las actividades extractivas incluyendo a la pesca.
Las Áreas Naturales Protegidas: la biodiversidad marina ante el cambio climático, son fundamentales para salvaguardar estos valiosos ecosistemas.
Cada ANP es fundamental para proteger ecosistemas marinos esenciales, tales como arrecifes de coral, manglares, pastos marinos y zonas de reproducción y crianza para diversos organismos.
Son espacios vitales para una amplia variedad de especies como corales, peces, tiburones, rayas, tortugas y mamíferos marinos, a los que proporcionan refugio, alimento y las condiciones adecuadas para su reproducción y desarrollo.
Para el ser humano, velar por estos ambientes también ofrece servicios de enorme valor, tales como la protección costera contra la erosión, la captura de carbono y la filtración del agua.
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El camino hacia la sustentabilidad
En el caso específico del Parque Nacional Bajos del Norte, el ser designado como Área Natural Protegida, abrirá paso a una estrategia integral orientada a la protección y preservación de sus recursos naturales.
Esta incluirá la protección de hábitats, así como el desarrollo de planes de investigación, monitoreo y vigilancia. Asimismo, se promoverá un aprovechamiento sustentable de los recursos, lo cual beneficiará a las comunidades pesqueras.
Efectivamente, la instauración de Áreas Naturales Protegidas contempla el desarrollo de estrategias de sustentabilidad y mitigación para proteger los ecosistemas marinos de amenazas e impactos asociados al cambio climático y la acidificación de los océanos, asegurando así la disponibilidad de recursos a largo plazo para quienes dependen de la pesca como su medio de vida. Las Áreas Naturales Protegidas y la biodiversidad marina ante el cambio climático, son una herramienta clave para lograr este objetivo.
No obstante, es imperativo reconocer que, a pesar de su designación como ANP, muchos santuarios aún enfrentan diversos desafíos.
Entre ellos figura la pesca ilegal, la gestión inadecuada, la introducción de especies invasoras y la presión del turismo. A más de esto, algunos están expuestos a contaminantes derivados de actividades como la extracción de petróleo y las operaciones portuarias.
En consecuencia, resulta vital intensificar nuestros esfuerzos para salvaguardar estas importantes regiones y asegurar que los Programas de Manejo de las Áreas Naturales Protegidas se traduzcan en mejoras tangibles para la salud y la conservación de estos ecosistemas, así como para las especies que los habitan.
Esta es la promesa que como país hemos hecho a Bajos del Norte y al resto de Áreas Naturales Protegidas.