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Los huracanes también le pegan a la pesca

 

El huracán Erick dejó al descubierto la crisis estructural que vive el sector pesquero no solo en Oaxaca, sino de todo el país. Las autoridades pesqueras estiman que fueron miles las y los pescadores que perdieron sus lanchas, motores y artes de pesca en un abrir y cerrar de ojos. Sus medios de vida fueron llevados por la corriente hacia el fondo del mar.

“A nosotras nadie nos toma en cuenta, pero perdimos todo con el huracán. Nuestro lugar de trabajo, bandejas, tablas, cuchillos, materiales. No quedó nada. Todo con lo que trabajamos se lo llevó el mar”, dijo Ángeles, bandejera de Puerto Escondido.

Levantando la voz, con micrófono en mano hacia la mesa de trabajo, expresó: “Como no somos pescadoras y no tenemos permisos, no nos toman en cuenta para los apoyos ni para ayudarnos por lo que pasó con el huracán. Ya no tenemos nada”.

Las bandejeras son mujeres que compran pescado entero a los pescadores que llegan a Puerto Escondido, principalmente barrilete, mismos que juntan y transportan en bandejas, para posteriormente cortar, filetear y limpiar el producto para su comercialización.

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La pasada madrugada del 19 de junio de 2025, el huracán Erick alcanzó las costas de Oaxaca y Guerrero como una potente tormenta ciclónica categoría 4 en la escala Saffir-Simpson, con vientos sostenidos de 200 km/hora y rachas de más de 250 km/hora.

Horas antes, Erick ya había hecho sentir su fuerza con lluvias torrenciales y oleaje de hasta 10 metros, altura similar a la de un edificio de cuatro pisos.

El fenómeno dejó constancia de los catastróficos impactos del paso de un huracán. Para el público, entender la dimensión del efecto de un huracán solo es posible mediante los reportes e imágenes que salen en la prensa o en las redes sociales. O quizá, porque se tienen amistades o familiares que viven estos eventos de cerca, o porque la historia nos recuerda las muertes y daños que dejaron huracanes como Gilbert (1988), Willma (2005), Odile (2014) y más recientemente, Otis (2023), por mencionar algunos.

Sin embargo, cuando un huracán se sufre en carne propia, las historias cambian por completo. Pérdida de vidas y bienes, destrucción de viviendas, vulneración de la seguridad, efectos sobre la salud, carencia o ausencia de alimentos y agua potable, falta de oportunidades de trabajo y pobreza, son algunas de las consecuencias que se viven.

El huracán Erick devoró todo a su paso: cabañas, ramadas, embarcaderos, naves pesqueras y deportivas, incluso la escollera de la playa principal de Puerto Escondido fue completamente destruida por el fuerte oleaje. Las autoridades pesqueras estiman que fueron miles las y los pescadores que perdieron sus lanchas, motores y artes de pesca en un abrir y cerrar de ojos. Sus medios de vida fueron llevados por la corriente hacia el fondo del mar.

Hubo quienes tuvieron los recursos y el tiempo suficiente para resguardar sus lanchas, aparejos y equipamiento, pero la mayoría de pescadoras, pescadores y quienes dependen de la pesca para vivir perdieron mucho, si no es que todo.

Según cálculos de la Secretaría de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural (SEFADER) del gobierno de Oaxaca, compartidos durante una mesa de trabajo pública con el sector pesquero en Puerto Escondido, solo para recuperar lo básico y apoyar a este sector se requieren al menos unos 50 millones de pesos.

Con el fin de atender la emergencia y conocer las demandas de las y los pescadores de Oaxaca, una misión conjunta realizada por el titular de la Comisión Nacional de Pesca y Acuacultura (CONAPESCA) y de la Secretaría de Fomento Agroalimentario y Desarrollo Rural de Oaxaca, con el apoyo y facilitación de Oceana, realizó una mesa de trabajo a la que acudieron unos 200 pescadores de la costa de Oaxaca.

Erick dejó al descubierto la crisis estructural que vive el sector pesquero, no solo de ese estado, sino de todo el país. Como pasa en otros sectores, la catástrofe natural mostró la verdadera crisis del sector: falta de infraestructura pesquera suficiente; poca capacidad de la pesca ribereña para dar un valor agregado y vender a mejor precio sus productos; la disminución de la inversión pública en el sector pesquero; desatención a la pesca ilegal; falta de seguridad social a las personas pescadoras y sus familias. No existen planes de recuperación pesquera frente al debilitamiento progresivo de la investigación en ciencia pesquera.

El huracán acabó por cobrar la factura por todo el coctel de errores, corrupción y malas prácticas que dejaron gobiernos anteriores durante décadas y que hoy es difícil desterrar.

Pero hoy se ha dado el primer paso. Con la participación de funcionarios y oficiales gubernamentales de alto perfil y con experiencia en la pesca, así como una agenda de rescate y desarrollo sustentable impulsada desde la oficina de la Presidencia de la República, comienzan a abrirse espacios de diálogo con las personas pescadoras.

El más reciente ejemplo es la mesa de diálogo realizada en Oaxaca, donde las comunidades plantearon sus necesidades de recuperación y mejora. Por primera vez en sexenios, recibieron una respuesta técnica honesta y responsable. Tal vez aún insuficiente, pero que permite visualizar un cambio positivo para el desarrollo del sector pesquero en el país.

Atarraya de Esteban García-Peña Valenzuela es coordinador de Investigación y Políticas Públicas de Oceana México., publicado en Animal Político el 27 de agosto, 2025.

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