Los bioplásticos hechos de plantas no son tan “verdes” como algunos piensan - Oceana México
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June 17, 2021

Los bioplásticos hechos de plantas no son tan “verdes” como algunos piensan

 

Por décadas, nos han vendido la idea del reciclaje, pero la realidad está lejos de lo que se ha prometido. Al día de hoy el 91% de los residuos plásticos ha sido depositado en vertederos o incinerado, o encontró su camino hacia nuestros mares. Solamente el 9% ha sido reciclado. 

Dada esta falla sistémica, ¿por qué el reciclaje se promociona repetidamente como la solución a la contaminación plástica? Una razón es porque el reciclaje es un efectivo “borrador de culpa”, en palabras de un antiguo cabildero de la American Chemical Society, la asociación comercial de la industria del plástico en Estados Unidos, que fue citado en el libro de Susan Freinkel llamado Plastic: A Toxic Love Story. La idea del reciclaje atrae a consumidoras y consumidores que se sienten culpables por usar un producto desechable que seguramente perdurará mucho más tiempo que ellas y ellos en el planeta. Al satisfacerles, también se permite que la industria siga ignorando el problema y continúe produciendo nuevos plásticos a una velocidad vertiginosa.  

Sin embargo, en la medida en que la consciencia sigue aumentando entre las personas y el reciclaje se vuelva un borrador de culpa menos convincente, han surgido otros nuevos. Los bioplásticos son un ejemplo de estos borradores de culpa y al igual que los plásticos regulares, también tienen grandes desventajas. 

¿Qué son exactamente los bioplásticos? 

A primera vista, los bioplásticos parecen una alternativa atractiva a los plásticos convencionales. Se ven, se sienten y funcionan como el plástico. Obtienen su forma y resistencia de fuentes renovables, como el almidón de maíz, la caña de azúcar y microorganismos productores de plástico, en lugar del petróleo. 

Además, algunos científicos estiman que, si bien los plásticos convencionales permanecerán en los vertederos durante cientos de años, algunos bioplásticos se descompondrán en semanas o meses bajo ciertas condiciones. Estos plásticos a menudo se etiquetan como “compostables” o “biodegradables”, dos términos que prometen disolver el envase de la comida, quitando así, ese incómodo sentimiento de culpa. 

Sin embargo, algunos bioplásticos y ciertas condiciones son frases que engloban excepciones en las que debemos centrarnos. “Bioplástico” es en realidad un término general que abarca varias categorías de plásticos que difieren en cómo se fabrican y cuánto de su contenido proviene de fuentes renovables. En primer lugar, y lo que es más importante, no todos los bioplásticos son biodegradables (es decir, no son capaces de descomponerse de manera natural en moléculas más pequeñas) o compostables (no son capaces de biodegradarse en sustratos, como el suelo, y únicamente se descomponen en entornos controlados). De manera confusa, la propia definición que emite la Plastic Industry Association (Asociación de la industria del plástico, en español) de Estados Unidos, establece que un bioplástico es “de base biológica parcial o total y/o biodegradable”. 

Tomemos los “biopolímeros”, por ejemplo. Estos materiales de origen natural son biodegradables, pero por lo general requieren estar expuestos a altas temperaturas en una instalación de compostaje industrial para descomponerse por completo. La mayoría de las ciudades de México carecen de estas instalaciones y colocar estos desechos en el contenedor de reciclaje tampoco es la solución. Cuando estos materiales terminan en el mismo flujo de clasificación que los plásticos normales, pueden hacer tanto daño y contaminar como los plásticos a base de petróleo como el PET, originalmente reciclables, (el tipo de plástico que se usa en la mayoría de las botellas de bebidas). Una vez que esto sucede, es probable que toda la carga destinada al reciclaje deba desecharse en vertederos. 

Por otro lado, también se encuentran los plásticos de “base biológica”, como el bio-PET, que no son biodegradables y se comportan prácticamente igual que los plásticos convencionales. El único factor distintivo es cómo se fabrican, no cómo funcionan o cuánto tiempo duran en el medio ambiente.

Igualmente dañinos 

El prefijo “bio” puede hacer que un producto suene más ecológico, pero las etiquetas que suenan agradables no impedirán que estos plásticos terminen donde no deberían. Al igual que los residuos plásticos convencionales, los bioplásticos pueden causar estragos en los entornos marinos. La Dra. Kimberly Warner, científica de Oceana, explica que incluso los plásticos biodegradables y compostables “no están certificados para degradarse en ambientes marinos fríos”. En lugar de degradarse verdaderamente, estos materiales simplemente se fragmentan en microplásticos del tamaño de un bocado que pueden ser tragados por peces, tortugas y muchos otros animales. 

“Los plásticos de base biológica pueden ser tan dañinos como los plásticos normales”, dijo Warner. “En lugar de utilizar una materia prima de combustibles fósiles, están utilizando una materia prima a base de plantas”, pero la realidad es que es un material muy resistente, es muy difícil de descomponer y sigue contaminando el medio ambiente.  

Los efectos de los bioplásticos en la vida marina no se comprenden completamente, pero los investigadores están levantando banderas rojas. Un estudio dirigido por Lisa Zimmermann señala que un biopolímero llamado ácido poliláctico (PLA) puede ser tóxico. Los plásticos PLA generalmente se hacen a partir de los azúcares de la yuca, el almidón de maíz o la caña de azúcar. Seguramente ya te tocó usar este contenedor hecho de plantas cuando pediste una ensalada para llevar.  

Este es el mismo material que contiene niveles de toxicidad similares a los de los plásticos a base de petróleo como el cloruro de polivinilo (PVC) y el poliuretano (PUR). Esto se debe a que, en su fabricación, se utilizan diversos productos químicos tóxicos para fabricar plástico, mismos que se agregan al PLA para que se comporte como plástico, explicó Warner. 

Cuidado con las tácticas de marketing 

El hecho de que estos materiales tengan una imagen ecológica es testimonio del poder del greenwashing: el acto de simular intencionalmente que un producto parezca mejor para el medio ambiente de lo que realmente es. El Plastic Pollution Coalition, 5 Gyres Institute y otras organizaciones explicaron en un informe cómo es que términos como “ecológico” y “biodegradable”, confunden y engañan a las y los consumidores. 

Para complicar aún más las cosas, algunos materiales, llamados plásticos “bioderivados”, están hechos de una combinación de combustibles fósiles y fuentes vegetales, pero de manera intencional, los especialistas en marketing tienden a restar importancia a los primeros y amplificar a los segundos. 

“Resaltar la parte de la materia prima proveniente de plantas permite a las empresas publicitar con palabras ambiguas como ‘verde’ y ‘natural’ al tiempo que se representan hojas y árboles verdes en sus diseños y logos”, lo cual es una narrativa de simulación, según los autores del informe, titulado Better Alternatives Now (BAN) List 2.0

 

Debemos presionar por menos plástico, en todas sus formas 

De todos los plásticos producidos anualmente, alrededor del 1% (o 2.1 millones de toneladas) son bioplásticos, según la asociación industrial European Bioplastics. Si bien esto representa una pequeña fracción de la producción de plástico, se proyecta que la producción de bioplásticos aumente en 300,000 toneladas entre 2019 y 2024. Mientras tanto, se estima que la producción de plástico convencional casi se cuadriplicará para 2050 si no cambiamos de rumbo. Para entonces, la industria del plástico podría dominar el 20% de todo el consumo de petróleo. 

Los bioplásticos podrían ayudar a reducir la demanda de combustibles fósiles, pero no hacen nada para abordar la contaminación plástica, especialmente en entornos marinos. Entonces, ¿qué deberían elegir los y las consumidoras en los supermercados? Cuando sea posible, traer sus propios envases rellenables o buscar alternativas sin plástico. 

Sin embargo, la realidad es que el plástico es omnipresente y a menudo la única opción. Es por eso que Oceana promueve políticas que reduzcan la producción, venta y uso de plásticos desechables, al tiempo que pide a las empresas que brinden a los y las consumidoras alternativas sin plástico. Reducir nuestro consumo de plástico y no simplemente sustituirlo por otro material defectuoso de un solo uso, es la única forma de abordar esta crisis de frente.

¡Tú puedes ayudar a proteger los océanos mexicanos de la contaminación plástica!