February 5, 2019
¿Y tú, qué haces por los mares?
BY: Oceana en México
El ser humano lleva miles de años pescando. En islas de Asia-Pacífico se han encontrado anzuelos de hueso con antigüedad de 42 mil años que sugieren que desde entonces se pesca en altamar. Esto quiere decir que llevamos más tiempo siendo pescadores que agricultores, y dado que hemos sustituido la caza por la granja, también tenemos más tiempo siendo pescadores que cazadores.
Nuestra historia como humanidad está estrechamente vinculada al mar, y nuestro futuro también. El océano es nuestro mayor productor de oxígeno y el mejor regulador de temperatura, pero también es el lugar donde habita la última proteína animal salvaje que comemos los seres humanos a gran escala.
Todo lo que hoy comemos viene de una granja, a excepción de gran parte del pescado que comemos, el cual vive salvaje en el mar; interactúa con otras especies, caza, se reproduce de manera natural y llega a nadar hasta miles de kilómetros -como nuestros queridos atunes.
Hace muchos años, la pesca era una actividad que se realizaba a una escala menor. Existía poca tecnología y menor necesidad de llevar a tierra más pescado. El siglo XX vino a modificar la relación que tenemos con el mar, de manera específica, con la pesca. Embarcaciones con mayor tecnología, con motores poderosos y artes de pesca más eficaces, así como una creciente necesidad de consumir pescado, nos llevaron a pescar más y más, hasta llegar a un límite que no hemos podido superar desde la década de los ochenta, como a continuación lo demuestra la siguiente gráfica extraída del Informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Según este mismo reporte, en el mundo tenemos 33 % de especies de pesca comercial explotadas en niveles biológicamente insostenibles y 59 % explotadas al nivel máximo. Esto quiere decir que el 92 % de las pesquerías del mundo ya no dan más y muchas están en grave riesgo.
La fotografía de la situación de nuestros océanos no parece prometedora, para muchas especies es preocupante ya sea porque son pescadas o es su alimento el que es capturado, -como para algunas aves marinas o grandes depredadores del mar.
México tiene una situación muy parecida, es complicado decirlo a ciencia cierta dado que la información sobre las pesquerías está desactualizada, se hace con modelos anticuados o simplemente no se genera. Pero podemos decir que la captura de peces en el mar se mantiene similar desde hace muchos años y que más del 80% de nuestras pesquerías se encuentran en niveles de máxima sostenibilidad o, incluso, ya insostenibles.
Pero la verdadera pregunta es: ¿qué hemos hecho como país para atender esta falta de crecimiento del sector y el deterioro de nuestras pesquerías? Como decisión de Estado, muy poco, la pesca en México no es una prioridad de gobierno y no lo ha sido desde hace muchos años.
Esta falta de prioridad de la pesca la ha aislado al grado que se opera desde la opacidad y la discrecionalidad, en donde la transparencia y la rendición de cuentas son las grandes ausentes. Se otorgan permisos de pesca y subsidios sin criterios claros -lo que abre las puertas al clientelismo y la corrupción-; se realizan evaluaciones de la salud de las especies de manera ocasional y con información incompleta, y carecemos de los mínimos instrumentos legales para manejar nuestras pesquerías.
En todo este desorden los principales afectados son los pescadores y las especies marinas. Los pescadores que no tienen certidumbre sobre la actividad que sustenta sus formas de vida y la posibilidad de que sigan existiendo peces que pescar; y las especies marinas porque muchas están condenadas a desaparecer a menos que hagamos algo y pronto.
Hay muchos esfuerzos de organizaciones civiles y comunidades de pescadores que están intentando cambiar la situación de nuestros mares. Pero la realidad nos está alcanzando y requerimos de pensar colectivamente qué queremos con la pesca y cómo podemos lograr asegurar una actividad para el futuro donde nuestras pescadoras y pescadores tengan una vida digna, podamos llevar la proteína animal a nuestras mesas -y, sobre todo, a las mesas de las poblaciones más necesitadas-, y cómo protegemos la salud de nuestros mares y quienes ahí habitan.
Es momento de involucrarnos para reestablecer la abundancia que alguna vez tuvieron los mares que conocieron nuestros antepasados pescadores hace miles de años. Hoy, ¿tú cómo piensas ayudar a salvar a nuestros océanos? En Oceana te proponemos comenzar el debate y unirte a nuestra lucha para reestablecer la abundancia de nuestros océanos.
* Renata Terrazas lleva más de 10 años trabajando en organizaciones de la sociedad civil, se especializa en temas de transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana. Actualmente es directora de campañas de transparencia en @OceanaMexico, organización internacional centrada en la conservación de los océanos; la protección y restauración de los mares del mundo, y en cambios de política pública para aumentar la biodiversidad y la abundancia de la vida marina.