Así es como la contaminación de los mares y océanos afecta a la vida marina
BY: Oceana en México
Bajo las cristalinas aguas de los océanos del mundo se esconde una crisis originada por nuestros desechos. Cada vez es más evidente que los niveles de contaminación a los que hemos expuesto a los ecosistemas marinos, anteriormente vistos como recursos imperturbables a las acciones humanas, alcanzan niveles extremos con repercusiones nocivas tanto para la vida marina como para nosotros.
Se estima que, en promedio, cada año 14.97 millones de toneladas de basura plástica llegan a los océanos; esto es equivalente a tirar dos camiones de basura llenos de plástico a los océanos cada minuto. Otros contaminantes menos visibles, pero que sabemos están omnipresentes en las aguas del planeta, desde el lejano Ártico hasta las zonas más profundas del océano, así como en las criaturas que las habitan, incluyen: petróleo, pesticidas, fertilizantes, aguas residuales y vertidos químicos de innumerables industrias (1).
¿Cómo llegan hasta el mar? La respuesta corta es a través de una mala gestión de residuos. Sin embargo, la contaminación marina es un proceso sumamente complejo. Un derrame petrolero, el vertido de aguas residuales de una mina en un río, incluso las emisiones directas de una fábrica o crucero son evidentes contribuyentes.
Adicionalmente, la contaminación también puede provenir de los desechos y sustancias como pesticidas o fertilizantes que son arrastrados por la lluvia y ríos; o el a ire, que transporta a través de miles de kilómetros ceniza volcánica, microplásticos y otros materiales (1).
Una amenaza para la vida marina
Al final, toda esta contaminación tiene graves impactos sobre los ecosistemas marinos y las especies que habitan ahí. Por ejemplo, el exceso de nutrientes (principalmente nitrógeno y fósforo) provenientes de los escurrimientos agrícolas o el vertido de aguas residuales en los sistemas costeros (2), puede estimular el crecimiento excesivo de algas nocivas -proceso conocido como eutrofización-, mermando la claridad del agua y consumiendo el oxígeno disuelto en ella, lo que da lugar a la aparición de “zonas muertas o hipóxicas” (2).
Una de las mayores “zonas muertas” la tenemos en la desembocadura del río Misisipi, al norte del Golfo de México, donde la agricultura intensiva ha creado un área carente de oxígeno y de vida marina de unos 16,000 km² (3).
Los derrames petroleros son otro evento de contaminación capaz de dañar extensas zonas del océano y son responsables de la muerte de microorganismos, peces, arrecifes de coral, así como de aves y mamíferos marinos. Desafortunadamente, el Golfo de México nos presenta una vez más un ejemplo de lo devastador de estos sucesos: cuando el 20 de abril de 2010 la plataforma petrolera Deepwater Horizon vertió alrededor de 3.17 millones de barriles de petróleo al Golfo de México, provocó una mancha de aceite sobre el océano de una extensión de alrededor de 112,000 km², poco mayor que el tamaño de Oaxaca (4).
Se estima que el derrame provocó la muerte de unos 1,141 delfines; entre 4,900 y 7,600 tortugas marinas adultas; unas 56,000 a 166,000 tortugas juveniles y la exposición a los contaminantes incrementó la mortalidad y los fallos reproductivos, con consecuencias en la salud de miles de especies (5). Incluso hoy, a más de una década del desastre, los corales de aguas profundas siguen mostrando signos de estrés (6).
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El plástico, un gran enemigo
Uno de los contaminantes marinos que sin lugar a duda hoy quita el sueño a investigadores de todo el mundo es el plástico. Nuestro reporte Comercio electrónico, plástico innecesario y contaminación señala que mundialmente, la producción anual de plásticos pasó de 1.8 millones de toneladas en 1950 a 465 millones de toneladas en 2018. Esto ha generado una crisis global de contaminación plástica por el incremento exponencial de la producción, pero no del reciclaje. Actualmente solo el 9% de todos los plásticos que se han generado en la historia de la humanidad han sido reciclados.
El plástico es responsable de la muerte de más de un millón de animales marinos al año. Además, este material se ha encontrado en uno de cada cinco peces que se capturan para consumo humano, lo que significa que lo estamos comiendo. La mayoría de los plásticos que usamos tienden a fragmentarse en pedazos muy pequeños, convirtiéndose en microplásticos que flotan en el aire que respiramos por lo que este problema no se resuelve con limpiezas en playas, bosques o calles. Una amenaza global cuyas implicaciones más profundas todavía desconocemos.
Este contaminante no solo provoca la muerte de especies por enredo, estrangulamiento o asfixia. También tiene repercusiones “invisibles” (7). Al ser contaminantes complejos, los plásticos contienen muchos aditivos, algunos potencialmente tóxicos. Al degradarse o ser consumidos, estas sustancias son disueltas en el agua o se alojan en los organismos, creando una especie de “sopa tóxica”, cuyas consecuencias aún no conocemos a detalle.
Ayuda a detener la contaminación
Como se ve, el problema de la contaminación del agua es de alcance global, está fuera de control y requiere soluciones urgentes. Aunque a veces descuidemos este hecho, nuestra supervivencia y la de toda la vida en la Tierra dependen en gran medida de la salud de nuestros océanos y recursos marinos. Por este motivo, el Objetivo 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), respaldado por la Organización de las Naciones Unidas, destaca la importancia de conservar nuestros océanos, mares y recursos marinos como un tema prioritario para asegurar un futuro sostenible: “La existencia humana y la vida en la Tierra dependen de unos océanos y mares sanos”.
No hay soluciones fáciles, pero un primer paso para mejorar esta situación es la prevención, evitando que más basura y contaminantes lleguen a nuestros océanos. Es por ello que en Oceana estamos convencidas de que una forma en la que todos podemos contribuir a reducir este problema es disminuir la producción de plásticos desde su origen, involucrando a la industria y fomentando la búsqueda de alternativas que sean 100% reusables y llegada la hora, sí se reciclen. Así, podemos evitar que nuestros océanos continúen siendo el vertedero más grande del planeta.
¿Te unes a la causa?
Referencias:
(1) Landrigan PJ, et al. Human Health and Ocean Pollution. Annals of Global Health. 2020; 86(1): 151, 1–64. DOI: https://doi.org/10.5334/aogh.2831
(2) Schery Umanzor, Tiffany Stephens., Nitrogen and Carbon Removal Capacity by Farmed Kelp Alaria marginata and Saccharina latissima Varies by Species. Aquaculture Journal (2022). DOI: 10.3390/aquacj3010001
(3) NOAA (2023) What is a dead zone? Tomado de: https://oceanservice.noaa.gov/facts/deadzone.html
(4) NOAA (2020) Deepwater Horizon 10 Years Later: 10 Questions. Tomado de: https://www.fisheries.noaa.gov/news/deepwater-horizon-10-years-later-10-questions
(5) NOAA (2021) Sea Turtles, Dolphins, and Whales – 10 years after the Deepwater Horizon Oil Spill. Tomado de: https://www.fisheries.noaa.gov/national/marine-life-distress/sea-turtles-dolphins-and-whales-10-years-after-deepwater-horizon-oil
(6) Girard, Fanny, DS23A-08 Update on deep-sea corals impacted by the 2010 Deepwater Horizon oil spill: long-term recovery processes and growth 13 years after the spill. Tomado de: https://agu.confex.com/agu/OSM24/meetingapp.cgi/Paper/1486000
(7) Elise M. Tuuri, Sophie Catherine Leterme, How plastic debris and associated chemicals impact the marine food web: A review, Environmental Pollution, Volume 321, 2023, https://doi.org/10.1016/j.envpol.2023.121156.
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