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Contaminación marina: impacto de plásticos y desechos en la vida oceánica

BY: Oceana

 

Bajo las cristalinas aguas de los océanos del mundo se esconde una crisis originada por nuestros desechos.

Cada vez es más evidente que los niveles de contaminación a los que hemos expuesto a los ecosistemas marinos, anteriormente vistos como recursos imperturbables a las acciones humanas, alcanzan niveles extremos con repercusiones nocivas tanto para la vida marina como para nosotros.

En efecto, la contaminación marina: el impacto de plásticos y desechos en la vida oceánica es un problema que requiere atención inmediata.

Se estima que, en promedio, cada año 14.97 millones de toneladas de basura plástica llegan a los océanos; esto es equivalente a tirar dos camiones de basura llenos de plástico a los océanos cada minuto.

De igual manera, otros contaminantes menos visibles, pero que sabemos están omnipresentes en las aguas del planeta, desde el lejano Ártico hasta las zonas más profundas del océano, así como en las criaturas que las habitan, incluyen: petróleo, pesticidas, fertilizantes, aguas residuales y vertidos químicos de innumerables industrias .

¿Cómo llegan hasta el mar? La respuesta corta es a través de una mala gestión de residuos. No obstante, la contaminación marina es un proceso sumamente complejo.

A modo de ilustración, un derrame petrolero, el vertido de aguas residuales de una mina en un río, incluso las emisiones directas de una fábrica o crucero son evidentes contribuyentes.

Embarcación rodeada por un derrame petrolero en el océano, contrastando con el agua verde

 

Una amenaza para la vida marina

A fin de cuentas, toda esta contaminación tiene graves impactos sobre los ecosistemas marinos y las especies que habitan ahí.

Por ejemplo, el exceso de nutrientes (principalmente nitrógeno y fósforo) provenientes de los escurrimientos agrícolas o el vertido de aguas residuales en los sistemas costeros, puede estimular el crecimiento excesivo de algas nocivas -proceso conocido como eutrofización-, mermando la claridad del agua y consumiendo el oxígeno disuelto en ella, lo que da lugar a la aparición de “zonas muertas o hipóxicas”.

En concreto, una de las mayores “zonas muertas” la tenemos en la desembocadura del río Misisipi, al norte del Golfo de México, donde la agricultura intensiva ha creado un área carente de oxígeno y de vida marina de unos 16,000 km² .

Asimismo, los derrames petroleros son otro evento de contaminación capaz de dañar extensas zonas del océano y son responsables de la muerte de microorganismos, peces, arrecifes de coral, así como de aves y mamíferos marinos.

Desafortunadamente, el Golfo de México nos presenta una vez más un ejemplo de lo devastador de estos sucesos: cuando el 20 de abril de 2010 la plataforma petrolera Deepwater Horizon vertió alrededor de 3.17 millones de barriles de petróleo al Golfo de México, provocó una mancha de aceite sobre el océano de una extensión de alrededor de 112,000 km², poco mayor que el tamaño de Oaxaca.

Se estima que el derrame provocó la muerte de unos 1,141 delfines; entre 4,900 y 7,600 tortugas marinas adultas; unas 56,000 a 166,000 tortugas juveniles y la exposición a los contaminantes incrementó la mortalidad y los fallos reproductivos, con consecuencias en la salud de miles de especies.

Aún así, a más de una década del desastre, los corales de aguas profundas siguen mostrando signos de estrés.

El plástico, un gran enemigo

Tortuga marina hecha de plásticos y desechos, representando la contaminación oceánica

 

Ahora bien, uno de los contaminantes marinos que sin lugar a duda hoy quita el sueño a investigadores de todo el mundo es el plástico. En este sentido, nuestro reporte Comercio electrónico, plástico innecesario y contaminación la producción anual de plásticos pasó de 1.8 millones de toneladas en 1950 a 465 millones de toneladas en 2018.

Esto ha generado una crisis global de contaminación plástica por el incremento exponencial de la producción, pero no del reciclaje. Actualmente solo el 9% de todos los plásticos que se han generado en la historia de la humanidad han sido reciclados.

El plástico es responsable de la muerte de más de un millón de animales marinos al año. Asimismo, este material se ha encontrado en uno de cada cinco peces que se capturan para consumo humano, lo que significa que lo estamos comiendo.

La mayoría de los plásticos que usamos tienden a fragmentarse en pedazos muy pequeños, convirtiéndose en microplásticos que flotan en el aire que respiramos por lo que este problema no se resuelve con limpiezas en playas, bosques o calles.

En definitiva, la contaminación marina: el impacto de plásticos y desechos en la vida oceánica es una amenaza global cuyas implicaciones más profundas todavía desconocemos.

Este contaminante no solo provoca la muerte de especies por enredo, estrangulamiento o asfixia. También tiene repercusiones “invisibles”. Al ser contaminantes complejos, los plásticos contienen muchos aditivos, algunos potencialmente tóxicos.

Al degradarse o ser consumidos, estas sustancias son disueltas en el agua o se alojan en los organismos, creando una especie de “sopa tóxica”, cuyas consecuencias aún no conocemos a detalle.

Ayuda a detener la contaminación

En resumen, el problema de la contaminación del agua es de alcance global, está fuera de control y requiere soluciones urgentes. Si bien a veces descuidemos este hecho, nuestra supervivencia y la de toda la vida en la Tierra dependen en gran medida de la salud de nuestros océanos y recursos marinos.

Por este motivo, el Objetivo 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), respaldado por la Organización de las Naciones Unidas, destaca la importancia de conservar nuestros océanos, mares y recursos marinos como un tema prioritario para asegurar un futuro sostenible: “La existencia humana y la vida en la Tierra dependen de unos océanos y mares sanos”.

No hay soluciones fáciles, sin embargo, un primer paso para mejorar esta situación es la prevención, evitando que más basura y contaminantes lleguen a nuestros océanos.

Por consiguiente, en Oceana estamos convencidas de que una forma en la que todos podemos contribuir a reducir este problema es disminuir la producción de plásticos desde su origen, involucrando a la industria y fomentando la búsqueda de alternativas que sean 100% reusables y llegada la hora, sí se reciclen.

Así, podemos evitar que nuestros océanos continúen siendo el vertedero más grande del planeta.

En conclusión, la contaminación marina: el impacto de plásticos y desechos en la vida oceánica es un desafío que requiere la participación de todos. ¿Te unes a la causa?

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